Que tras su paso por tus manos, les dejes como ellos pensaban. Levantarse del tocador de tu peluquería con el peinado o corte que tenían en mente.
Simplemente eso, es simple, si lo consigues, repetirá.
Por ello cada cliente es una oportunidad, una oportunidad para aprender de él, la teoría está muy bien pero la práctica es lo que hace que puedas ir mejorando con el tiempo.
Cada cliente es un mundo y ese mundo viene a ti para que cortes y riegues sus plantas de la forma que mejor le viene a ese mundo. Puedes utilizar las técnicas que ya sabes, de hecho estamos seguro de que harás eso, pero siempre, habrá un matiz que se te escape porque no existen 2 clientes iguales.
Aprovecha para aprender de cada uno de ellos y nutrirte, así no sólo aprenderás sino que disfrutarás más, se pasarán las horas más rápido y conseguirás amar tu trabajo.
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